Fue diplomático y fue cuatro veces ministro de Relaciones Exteriores entre 1920 y 1925. Andaba por los cuarenta y dos años en las épocas del Centenario de la Independencia. Por aquel año, estaba en su edad dorada, en todo su apogeo y en todo su esplendor. Alberto Salomón Osorio, había nacido en el Callao en noviembre del año 1877, dos años antes del inicio de la guerra del Pacifico. De estatura mediana, ojos grandes y sonrisa exagerada pero atractiva; Salomón era amigo de los bailes y de las fiestas pero también de las intrigas. Estudió en el Convictorio Peruano, el mismo lugar donde lo hizo "La Gioconda", el diputado iqueño, José Matías Manzanilla. Tiempo después, ingresó a la Universidad Nacional de San Marcos para seguir estudios de Jurisprudencia y Ciencias Políticas graduándose como abogado para ejercer luego, la cátedra de Derecho Constitucional. Como abogado, tenía un estudio muy importante y muy prestigioso y muy cerca al viejo Palacio de Gobierno, precisamente, el pasaje donde estaba ubicado se llamaba también Palacio, que luego cambió de nombre por pasaje Carmen, por la madre de Leguía y después, nuevamente lo cambiaron y fue llamado Piura, por Sánchez Cerro. Sus mejores clientes eras los negociantes británicos.
Era leguiísta y fue, por su gran elocuencia, un líder y fue también, un gran orador, en sus épocas de diputado allá por el año 1914. Y fue cuando tenía treinta y siete, que se produjo, en el verano de ese año, el golpe de Estado comandado, por el entonces Coronel Oscar R. Benavides, que derrocó, después de menos de un año y medio de gobierno, a Guillermo Billinghurst. Salomón, al intentar vencer a los esbirros fue herido de un balazo y luego de ser curado, se hizo llevar en una camilla hasta la antigua Plaza de la Inquisición, pues quería dar su voto para que Roberto Leguía, el vicepresidente de Billinghurst, continuara en el cargo. Fueron largas semanas en que Salomón anduvo a salto de mata. Entre la vida y la muerte. Pero le valió el gesto, pues, en 1919, fue uno de los miembros de la Asamblea Constituyente, la que redactó la Carta Magna de 1920. Al poco tiempo fue nombrado Ministro de Relaciones Exteriores.
El gobierno colombiano dirigido por el conservador don Pedro Nel Ospina, un hombre robusto y de grandes bigotes, había destacado a uno de sus más hábiles diplomáticos, don Fabio Lozano Torrijos, natural del departamento de Tolima, ubicado en la región andina bañada por el río Magdalena. El gobierno del Perú, destacó a su Ministro de Relaciones Exteriores de ese entonces, don Alberto Salomón. En el protocolo Salomón-Lozano, firmado en marzo del año 1922, se hacen cesiones a Colombia, la más importante y esencial era la entrega de la franja entre los ríos Caquetá y el Putumayo, incluyendo el poblado de Leticia y la porción del Putumayo con el Amazonas llamado "Trapecio Amazónico", con el único fin de otorgarle a Colombia una salida al Amazonas. Los representantes por Loreto, pues, pusieron el grito en el cielo. El que declaró las frases más fogosas y encendidas fue don Julio César Arana, senador por el departamento y un magnate del caucho. Mas la campaña por el protocolo poco a poco iba tomando caracteres nacionales. Mientras que Leguía aceptó que la aprobación por parte del Congreso se retardase; Lozano, día tras día, no cejaba de tratar que el debate en el Congreso se acelerase. Cuando Leguía cayó derrocado el 22 de agosto de 1930, Sánchez Cerro anunció, el mismo día que llegó a Lima, el 27 de ese mes, que anularía los pactos tanto con Colombia como con Chile. Un año después, el Partido Aprista, planteó la urgencia de revisar las implicancias del Tratado Salomón-Lozano, sin embargo, se hizo oídos sordos a aquel llamado.
Con el pasar del tiempo, Salomón cayó en desgracia. Leguía dejó que continuaran a su lado solo aquellos de su entorno que le eran los más incondicionales. Así, Alberto Salomón, siguiendo los pasos de Germán "El Tigre" Leguía y Martínez, además de Alfredo Piedra Salcedo, quedó relegado a un costado. En su lugar fue nombrado, tal como sucedió con Leguía y Martínez, Pedro José de Rada y Gamio. Para cuando sucedió el golpe de 1930, Salomón ya estaba fuera del gobierno dedicando su tiempo a su profesión de abogado en su estudio frente a las puertas de Palacio. Sin embargo, fue él, junto al Tratado Salomón-Lozano, los dos casos más atacados en el régimen militar. Fue sometido al Tribunal de Sanción, uno de los peores esperpentos que pudo haberse creado en el gobierno de Sánchez Cerro. Luis Alberto Sánchez escribió: "no recuerdo el desenlace de aquel proceso, pero, seguramente, no le fue del todo adverso". Durante el conflicto armado entre Perú y Colombia, entre los años 1932 y 1933, Salomón fue muy "recordado" pero, ágil y astuto como era, logró escabullirse y luego de ello, se sometió a un discreto ostracismo. Pasada la tormenta y cuando las aguas volvieron a su nivel, regresó a su vida normal y a ejercer nuevamente su profesión de abogado.
Salomón tenía, según Luis Alberto Sánchez, la apariencia de ser todo un play boy. Pero no lo era. Le gustaba alternar el ministerio con algunos pasos de baile en el restaurante del Zoológico, en esas cenas danzant, tan famosas por aquellas épocas, allí se divertía con el fox-trot o el Charleston. Y es que verlo cómo, suavemente giraba y daba vueltas, de la mano de su chica parisina, era todo un espectáculo. Escribía y escribía poesía. Publicó varios versos en "La Neblina", revista patrocinada por José Santos Chocano y otro tanto en "La Gran Revista" y en "Lima Ilustrada" pero en todas ellas, lo hizo a finales del siglo XIX. Sin embargo, su afición literaria continuó por largos años. En los años cuarenta, fue Presidente de la ANEA, la Asociación Nacional de Escritores y Artistas. Las reuniones eran en la famosa Casa de Piedra, una bonita casona construida en 1870, conocida también como "Palacete Du Bois", ubicada en la esquina del Jirón de la Unión y el jirón Moquegua.
A raíz del crecimiento del nazismo y de la campaña anti judía que se iba desenvolviendo; el nombre Salomón no olía, pues, ni a incienso ni a mirra. Por esos años, el ex-canciller, ya por los cincuenta; impecablemente bien trajeado, luciendo finas y elegantes corbatas, además de llevar el cabello, tal cual era la moda de ese entonces acompañado además de su sonrisa siempre atractiva, empezó a usar su apellido materno Osorio. Así algunos lo empezaron a llamar "Mister Osorio".
Alberto Salomón Osorio, falleció en el otoño de 1959, a la edad de ochenta y dos años.
Fuentes:
- Cuaderno de bitácora, Luis Alberto Sánchez
- Leguía el Dictador, Luis Alberto Sánchez
- Cuaderno de bitácora, Luis Alberto Sánchez
- Leguía el Dictador, Luis Alberto Sánchez