De sobria y especial arquitectura esta casona, que la llaman la Casa de Pilatos, ubicada en la calle del Milagro haciendo esquina con la de Aparicio (esquina jirones Ancash y Azángaro) es considerada como una de las más antiguas de Lima. Fue construida hacia el año 1590 cuando la ciudad de Lima vivía asfixiada por aquellas grandes murallas; esas murallas que no le permitían ir más allá. Cuando Lima era una pequeña aldea sin agua, sin luz, sin higiene, sin policía. Una ciudad que vivía para el culto. Una ciudad que no perdía un instante sin agradecer a la divinidad por la vida, por el sueño, por el aire, por el sol y por la merienda y las comidas.
Frente a esta casona plena de elegancia está la pequeña Iglesia del Milagro y allí, a unos pasos, se encontraba la bulliciosa plazuela de San Francisco. Y es que durante la colonia su atrio, desde que el sol empezaba a mostrar tímidamente sus primeros rayos, se instalaba un pequeño mercado de abastos y un importante mercado de esclavos negros. Y tras escucharse el repiquetear de las diez once o doce campanadas los piropos no faltaban. A la salida y desde el mismo atrio una larga hilera de jóvenes y hasta algunos viejos verdes esperaban ansiosos para ver, a la salida de la misa, a las buena mozas que lucían ese traje único de la limeña, la saya y el manto. Algunas contestaban, mientras que otras, no hacían caso a tantos afanosos galanes y pasaban en silencio.
Pudo esta casona haber pertenecido a un compañero de Francisco Pizarro por estar la escalera colocada frente a la puerta de la calle. Lo cierto es que la casona ha tenido varios propietarios a través de los tiempos y del paso de la historia. Uno de los primeros fue don Diego Esquivel. Más tarde pasó a ser un bien de los marqueses de San Lorenzo de Valleumbroso. Largo tiempo después, en las épocas de la guerra del Pacífico o antes, la casa pasó a propiedad de doña María Araoz. Doña María era la esposa del que fue tres veces alcalde de Lima, don Rufino Torrico; aunque don Rufino al enviudar ocupó una buena parte, en el resto se instaló la lujosa Legación China. Una legación que daba suntuosos bailes y llenaba, quizá para atraer la suerte y la prosperidad, las pilas de los patios con la aromática agua de Kananga.
La Iglesia de San Francisco se siente orgullosa y casi la siente como una hija a esta bonita casona y es que, cuando se terminó de construir, allá por el año 1546, de la obra habían sobrado unas cuantas maderas y otro tanto de ladrillos y adobes que fueron luego compradas a un ínfimo precio para poder construir esta elegante casona. Diseñada por el sacerdote jesuita Ruíz Portillo, a pedido de Esquivel, esta casona fue un verdadero palacio, por su extensión, por sus comodidades, por su lujo. Por sus techos, que, como todas las antiguas casas, fueron de caoba, roble o cedro, tallados y brillantes. Una magnífica y sobria portada de piedra labrada abre paso a dos hermosos zaguanes que dan acceso a un patio abierto al cielo y las estrellas y que, en una época, era iluminado por grandes fanales de lámparas de aceite; sus patios con sus arquerías, su regia escalera de piedra y sus barandales de madera, quizá de la llamada 'canela negro'. Unos patios que por aquellos viejos tiempos lucían, como lucían en la lejana Sevilla, unos pequeños jardines con jazmines, geranios y madreselvas. Pero en esta casona no solo se respiraba el aroma de las flores, se respiraba también el aroma del misterio pues se creía que la casa fue punto de reunión de judíos portugueses que, reunidos en un gran salón cuyas paredes estaban cubiertas por tapices de género negro, flagelaban, en ceremonias secretas llenas de oscuridad y de silencio, un crucifijo de tamaño natural, ante la indiferente mirada de uno de los hombres más acaudalados de la ciudad, el portugués don Manuel Bautista Pérez. De allí es que vino el nombre de la Casa de Pilatos.
Hoy esta casona es la sede del Tribunal Constitucional.
Fuentes:
- Historia general de los peruanos, Raúl Porras Barrenechea/Rubén Vargas Ugarte y otros autores
- Tradiciones Peruanas, Ricardo Palma
- Itinerarios de Lima, Héctor Velarde
- Quince plazuelas, una alameda y un callejón, Pedro M. Benvenutto Murrieta
- Historia general de los peruanos, Raúl Porras Barrenechea/Rubén Vargas Ugarte y otros autores
- Tradiciones Peruanas, Ricardo Palma
- Itinerarios de Lima, Héctor Velarde
- Quince plazuelas, una alameda y un callejón, Pedro M. Benvenutto Murrieta
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