viernes, 17 de febrero de 2017

EL ANTIGUO HIPÓDROMO DE SANTA BEATRÍZ

A fines del siglo XIX, el crecimiento de la afición por la hípica, hizo que se pensara en abandonar la antigua y alejada cancha Meiggs, en La Legua, para buscar un nuevo local cerca de la ciudad, de allí surgió la idea de construir el nuevo hipódromo en los terrenos municipales del fundo Santa Beatríz (actual Campo de Marte), cedidos al Jockey Club por el Consejo Provincial de Lima con la aprobación del Gobierno, en enfiteusis (cesión temporal del dominio útil de un inmueble) por 99 años. Actuación principal tuvo en las gestiones realizadas el presidente del Jockey Club, Alfredo Benavides. El hipódromo de Santa Beatríz poseyó la primera pista de césped conocida en el Perú, con 1600 metros. La construcción del hipódromo y la tribuna de madera -de estilo neomudéjar-, se inició en 1901 y estuvo dirigida por el ingeniero Carlos León Carty. La ceremonia oficial de inauguración se realizó el 11 de junio de 1903. El presidente del Jockey Club era Alfredo Benavides y su vicepresidente Augusto B. Leguía (para ese entonces también Ministro de Hacienda del Gobierno del presidente José Pardo). Como poco a poco iba aumentando la concurrencia, se construyó la segunda tribuna -la popular- en julio de 1907.

El presidente Augusto B. Leguía, era propietario del stud "Alianza", en 1911 éste desapareció para dar paso al "Oasis" cuya preparación y representación estuvo a cargo de Foción Mariátegui, pariente de Leguía y quien -años después- sería el Presidente de la Cámara de Diputados, protector de Sánchez Cerro y de quien se sospechaba traicionó a Leguía, al viajar a Arequipa días antes de la revuelta para mantener entrevistas de carácter sedicioso con Sánchez Cerro, con otros militares y con varios civiles. En 1919 volvió a aparecer el stud "Alianza" y siguió hasta 1930.



Entre 1915 y 1923, la colonia Británica, utilizaba las instalaciones hípicas para practicar el golf pero, en 1923, uno de los caballos de carrera del presidente Leguía sufrió una lesión grave al pisar una pelota de golf. Esto trajo como consecuencia que los aficionados al golf fueran prohibidos de practicar su deporte en el hipódromo. Sin embargo, los golfistas adquirieron un terreno para construir un campo de golf en el distrito de San Isidro y fundaron el Lima Golf Club.
Las carreras de caballos y el hipódromo de Santa Beatríz estuvieron siempre ligados no sólo por la historia deportiva sino también por la historia social. Los presidentes de la República, en forma sucesiva, acudían al hipódromo con frecuencia o en ocasiones especiales. El hipódromo era parte del programa cuando un Jefe de Estado o Dignatario extranjero visitaba el país. Allí también se exhibieron las mujeres más hermosas o con los vestidos más elegantes. Con el tiempo el número de propietarios de caballos y de socios fue aumentando y, para muchos, ingresar al círculo social del hipódromo era una forma de distinguirse. No faltaron, claro está, las apuestas tanto de la clase alta como de la gente humilde, los tenaces jugadores que cada semana buscaban ganarse la suerte.

El 28 de julio de 1914, estalló la Primera Guerra Mundial (1914 - 1918), por esa razón el hipismo en el país se paralizó. El 30 de julio y el 30 de agosto de ese año, el hipódromo no abrió sus puertas. Casi un mes después las volvió a abrir; nuevamente empezaron a correr las apuestas y, poco a poco, se fueron normalizando las cosas. A diferencia de lo que se vivió entre los años 1914 y 1915, el año 1916 se caracterizó por ser un acontecimiento de "alta calidad social" y gran respaldo popular. El Jockey Club se transformó en una sociedad anónima y su dirección quedó en manos de los accionistas.
Pero la época de mayor esplendor fue durante el oncenio de Leguía (1919 - 1930). La temporada de 1921 fue, tal vez, la más brillante del hipódromo de Santa Beatríz. El 30 de julio de ese año, se disputó el clásico por el Centenario que fue ganado por el famoso crack Marcial, así como los clásicos San Martín y Bolívar. Fue todo un acontecimiento hípico, social, oficial y popular. Dos días después, volvió a acudir una gran concurrencia al hipódromo, pues hubo un desfile militar y se efectuó la entrega de los primeros aviones del ejército. 
El periodo de 1922 a 1930, fue bueno pero a partir de 1925, se iban notando ocultos síntomas de decadencia. Para 1924, se inauguró una nueva pista de 2400 metros. Ese año se disputó el clásico Centenario de Ayacucho. El clásico lo ganó el caballo chileno Burlesco, del Club Hípico de Panamá.
La reanudación de las relaciones con Chile dio lugar también al obsequio que recibió el presidente Leguía del caballo chileno Embajador y, en reciprocidad, Leguía le envió al presidente del Club Hípico de Santiago, Ricardo Lyons, una potranca nacional. Era muy conocida la afición del presidente Leguía por la hípica. No dejaba de asistir un sólo domingo al hipódromo. El 3 de julio de 1927, se construyó la tribuna oficial y la de socios, en la ceremonia de inauguración el presidente de la República leyó un discurso en el cual mostró su enorme afición a las carreras de caballos. Esta tribuna es la única que aún existe.

Sin embargo, el 24 de octubre de 1929 -el Jueves Negro- se produjo el pánico de la Bolsa de Nueva York que también trajo repercusiones sobre el Jockey Club. Esta institución tenía el apoyo del crédito del Gobierno. Al año siguiente al ser derrocado Leguía, se hizo de conocimiento público que el stud debía -por concepto de premios- la suma de diez mil soles de la temporada de 1929 y veinte mil por la de 1930. En este último año el juego había bajado en un 62%, el Jockey Club corría el peligro de una quiebra, pero gracias a los esfuerzos que se hicieron no se llegó a ese desastre.
El hipódromo de Santa Beatríz también se utilizó como pista de aterrizaje. El primer avión que hizo servicio de comunicaciones aéreas entre los Estados Unidos y el Perú fue uno de Panagra. Estuvo piloteado por Lloyd Moore y llegó al hipódromo el 16 de mayo de 1929.

DOS PRESIDENTES: LEGUÍA Y SÁNCHEZ CERRO 

El 22 de agosto de 1930 se produjo la revolución de Arequipa, encabezada por el coronel Luis Miguel Sánchez Cerro. Ante su inminente caída, en la mañana del domingo 24 de agosto, el Presidente Leguía reunió a todo su gabinete en Palacio para anunciarles su intención de "no luchar más". Pese a los graves problemas que lo agobiaban en esos momentos, el presidente no dejó de asistir esa tarde al hipódromo. Estando en el palco se le acercaron para informarle sobre los disturbios y manifestaciones en las calles. Sus dos caballos ganaron en dos carreras, el presidente recibió aplausos y saludó alzando su sombrero de copa -como usualmente lo hacía- pero, pese a que siempre solía mostrar una expresión segura de sí mismo y hasta sonriente, una fotografía tomada a él esa tarde en el palco viendo las carreras, lo muestra con un semblante totalmente diferente debido, a la preocupación que lo embargaba. Ese domingo fue la última vez que asistió al hipódromo.

El Presidente Leguía fue derrocado el 25 de agosto de 1930, falleciendo dos años más tarde en 1932; un año después, la situación del país era de un caos político de tal magnitud, que estaba considerada como una de efectiva guerra civil. El domingo 30 de abril de 1933, el presidente Sánchez Cerro, pasaba revista a las tropas que combatirían en Colombia. Finalizado el desfile, el presidente abordó su vehículo, un Hispano - Suizo descapotable (para un hombre que un mes antes había sido herido en la Iglesia de Miraflores, era -de alguna manera-, una actitud provocadora). Lo acompañaban su Primer Ministro, José Matías Manzanilla, y el coronel Antonio Rodríguez, Jefe de la Casa Militar. A los costados del vehículo trotaba la escolta que con sus lanzas en alto abrían paso al presidente. Cerca a la una de la tarde, el vehículo avanzaba con lentitud, atravesando la multitud, cuando un joven de filiación aprista -Abelardo Mendoza Leiva- corrió hacia el vehículo, saltó el estribo y empezó a disparar (veinte días antes había sido puesto en libertad por orden de la Prefectura). Mendoza Leiva fue capturado y le dispararon en la frente. El cadáver siguió recibiendo balazos hasta dejarlo destrozado. Herido de gravedad el presidente fue llevado a toda velocidad al Hospital Italiano (ubicado en la avenida Abancay esquina con Grau) y, tras una corta agonía, el presidente Sánchez Cerro falleció a la una y diez de la tarde. La ciudad se paralizó por la noticia.

La muerte de Sánchez Cerro trajo un problema a nivel constitucional. La Constitución de 1933, promulgada apenas unos días antes del magnicidio, inexplicablemente y, más aún por la situación política peruana, no contemplaba la figura del vicepresidente, lo cual significaba que no había nadie quien pudiese sucederlo. Es por esto, que el Congreso - violando con descaro la Constitución, ya que ésta negaba la presidencia a los miembros de las Fuerzas Armadas -, llamó al ejército a poner orden y eligió ese mismo día al general Oscar R. Benavides como Presidente de la República.
Nunca se comprobó la responsabilidad de la cúpula del APRA con el asesinato. La versión "oficial" decía que el joven actuó sólo: el temor que Sánchez Cerro pudiera organizar un partido que lograra tener más éxito con las masas empujó al asesino, o a quienes lo instigaron al crimen a eliminar físicamente a su principal adversario político. Se hablaba hasta de un complot estadounidense respaldado por el propio Benavides y el Premier Manzanilla.

En el año 1938, ante el crecimiento urbano de Lima, los terrenos del hipódromo de Santa Beatríz fueron nuevamente requeridos por el Estado Peruano. A cambio, el Presidente Oscar R. Benavides, otorgó en uso un terreno ubicado en el distrito de Jesús María hasta el vencimiento del plazo de la enfiteusis que había sido de 99 años. Así, ese mismo año se inauguró el hipódromo de San Felipe.

Bibliografía:
- "Historia de la República del Perú", de Jorge Basadre
- "El asesinato del presidente Luis M. Sanchez Cerro (1933)"/Blog de Juan Luis Orrego Penagos
- "El Saqueo Olvidado", de María Delfina Alvarez Calderón 
- "En las Garras del Pasado", de Enriqueta Leguia Olivera 
- "La Política en el Perú del Siglo XX", de Henry Pease y Gonzalo Romero 
- Criminales/La enciclopedia del crimen 

1 comentario:

  1. Muy agradecido por la reseña; ello me sirve para tomar unos datos para mi relato literario,(ya casi terminado "El artista"), ambientado en en los años 10 al 60 del siglo XX.Bendiciones.

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