sábado, 16 de diciembre de 2017

EL ASESINATO DEL PRESIDENTE BALTA

Era julio de 1872, a inicios de ese mes se había llevado a cabo la inauguración de la Exposición Nacional en el novísimo Parque de la Exposición, evento al que no asistió el Presidente Balta debido a la tensión política que se vivía en el país y, sobre todo, en la capital. Faltaba poco tiempo también para la llegada del día 22, el día de la boda -una boda por conveniencia- la de Daría Balta Lizarzaburu, y Esteban Montero Elguera. Sería todo un acontecimiento, algo que ya estaba dando mucho que hablar en Lima, porque así nada más no se casaba la hija de un Presidente en funciones. 

Un año antes .....


El periodo presidencial del coronel José Balta y Montero (1814-1872), vencía el 2 de agosto de 1872. Se había abierto el camino para las elecciones presidenciales inicialmente con cinco candidaturas, pero que finalmente sólo quedaron tres: Rufino Echenique, que se creía contaba con el apoyo oficial; Manuel Pardo y Manuel Toribio Ureta. La de mayor arrastre era la del civilista Pardo. Ante este panorama los otros dos candidatos quedaron descartados. Sin embargo, el gobierno necesitaba un candidato de "transacción". Fue así que surge el nombre del doctor Antonio Arenas. Arenas se enfrentaba, pues, a Pardo que no era muy de la simpatía de Balta; más bien era considerado un enemigo político por el papel que jugó en referencia al contrato Dreyfus.  



Por otro lado, la oposición a la candidatura de Pardo era fomentada por el circulo militar, sobre todo, por cuatro hermanos coroneles: Tomás, Silvestre, Marceliano y Marcelino Gutiérrez. El primero de ellos fue nombrado Ministro de Guerra en diciembre de 1871, justamente en el clímax de las elecciones. La designación de Gutiérrez no fue del agrado de los dos candidatos, Pardo y Arenas, por lo impetuoso, arrogante y por su inclinación a tomar sus propias decisiones. 

Finales de julio de 1872 .....  

Por la mañana del 21 de julio, en Palacio se iba dejando todo listo para la boda que sería al día siguiente; sin embargo, el presidente Balta -un hombre de corta estatura, rostro enjuto y ojos pequeños- se encontraba muy nervioso.

-¿Ha pasado algo? Te noto contrariado - preguntó Esteban, su primo y futuro yerno.
-Quizá sean los nervios antes de la boda. Aunque también he tenido un muy desagradable intercambio de palabras con Tomás Gutiérrez, quien considera a Manuel Pardo un enemigo y un peligro. Los Gutiérrez me han propuesto, o casi impuesto, que me perpetúe en el poder con su apoyo pero lo he rechazado de plano, no por algo se han convocado a elecciones en mi gobierno. 
-Es lo mejor, sería un error perpetuarse en el poder. Podría traer consecuencias inimaginables.
-No te preocupes. No pienso cambiar de parecer. Pero estos Gutiérrez, ¿qué se han creído para proponerme algo así e intentar obligarme? Yo soy aún el presidente y ellos mis subordinados.
El ejército estaba bajo las órdenes de los cuatros hermanos Gutiérrez. Para ellos era un desastre que un presidente civil asuma la presidencia. Eran altivos, violentos, poderosos. En Lima se les miraba con cierto miedo. Tomás era corpulento y tenia fama de brusco, impetuoso, altivo e ignorante; Marceliano, de porte más atlético, más ignorante, más brusco y con una voz poderosa lo llamaban "el tuerto"; Silvestre, más delgado, de cabello crespo, poseía más inteligencia y era ilustrado. pero, sin embargo, era duro y siniestro; todo lo contrario era Marcelino que se distinguía por su carácter apacible. 
A las dos de la tarde del 22 de julio -el día de la boda- Silvestre, con parte de su batallón Pichincha entra en Palacio de Gobierno, releva las guardias aunque ello aún no correspondía, y luego avanza hasta las habitaciones privadas golpeando y tomando prisionero al presidente Balta, quien fue conducido esposado al cuartel de San Francisco. Mientras tanto, en otro lugar de Lima, Tomás, su Ministro de Guerra, recorría los cuarteles para asegurar la adhesión de las tropas. Luego de unas horas, se dirige a Palacio y asume el poder, fue proclamado por uno de sus hermanos, por Silvestre. ¡Qué valor podría tener algo así!, en ese instante lanza una proclama ya con el título de Jefe Supremo: 
"Hoy a las dos de la tarde he salvado la República del abismo en que iban a sumirla el partido político más funesto (el Partido Civil de Manuel Pardo) y la debilidad del coronel don José Balta. El Ejército, la Escuadra y la gente de orden me respalda".  
Había mucho desconcierto por las calles, la zozobra era generalizada; los comercios no abrieron ese día y los empleados públicos no habían concurrido a sus oficinas, los vecinos se quedaron en sus casas. Para González Prada la ciudad quedó transformada en una segunda Pompeya. Balta había sido llevado prisionero a un cuartel. Su esposa, la señora Melchora Lizarzaburu, una dama pequeña y elegante, y su hija Daría, una jovencita pequeña, un poco gordita y poco agraciada, estaban a salvo en Palacio. Se rumoreaba que Manuel Pardo, avisado del golpe, se había puesto bajo la protección de la Marina y del propio don Miguel Grau que lo llevó a bordo del Huáscar. Poco después pasó al Independencia, mientras el Huáscar, al mando siempre de Grau, viajaba al sur con la misión de fomentar la resistencia contra los Gutiérrez 



Mientras, en otro lado de la ciudad, alrededor de las doce del día, Silvestre regresaba al Callao luego de haber estado en Palacio junto a Tomás, pero al tomar el tren en la estación de San Juan de Dios (hoy Plaza San Martín), fue hostilizado por un grupo de pobladores, murió al tratar de hacer disparos con su revólver. Marceliano fue muerto poco después al tratar de llegar con sus tropas al Real Felipe.
Dos antiguos presidiarios y el mayor Nájar  tenían bajo custodia al Presidente Balta. Había sido habilitada como prisión  una habitación al lado izquierdo del patio principal del cuartel. La cama de Balta estaba al lado izquierdo y al fondo del cuarto. Balta acababa de almorzar y dormía  cuando fue acribillado a balazos. Su cuerpo cayó al suelo y sobre las paredes quedaron las huellas de las balas. 
El final de los hermanos Gutiérrez fue dramático. Sin poder huir de Lima, Tomás Gutiérrez, se cubrió el rostro con una capa y colocándose además un sombrero de paisano, salió de Palacio dando vivas a Pardo para evitar ser reconocido, pero no lo logró, pues los militares ya lo conocían perfectamente. ¡No hubo disfraz que le valiera! Fue tomado prisionero. Al llevarlo por las calles la turba se le fue encima, un parroquiano se ofreció a darle refugio en su botica sin embargo, al poco rato, las puertas fueron echadas abajo por la muchedumbre exacerbada que lo asesinó a golpes, lo despojaron de su ropa y le abrieron el pecho con un sable  al grito de "¡Quieres banda presidencial! ¡Toma!" Al amanecer del 27 de julio dos de los hermanos Gutiérrez amanecieron desnudos y colgados de las torres de la Catedral Lima, la misma que se encontraba aún con los arreglos florales para la boda de Daría y Esteban. Luego se quemó los dos cuerpos en el centro de la plaza y, cuando ya estaba a punto de extinguirse el fuego, hubo de encenderse nuevamente para dar cabida al cadáver de Marceliano que fue traído del cementerio Baquíjano. Por su parte, Marcelino pudo refugiarse en casa de unos conocidos y así logró salvarse, más tarde fue conocido como "el sobrado". 

Como conclusión, el Perú celebró el regreso de Manuel Pardo y Lavalle (1834-1878) quien entró a Palacio como presidente. La boda de Daría y Esteban se realizó el 14 de julio de 1873. Don José Balta tuvo un entierro multitudinario al que asistió casi toda la ciudad de Lima. La gran cantidad de obras que realizó dejaron al país sumido en la quiebra. Con él se acababa la época de la prosperidad y se iniciaba la recesión. 

Fuentes:
- "El tren de la codicia", novela histórica de Elizabeth Ingunza Montero
- Historia de la República del Perú, Jorge Basadre
- "Objetivo: Palacio de Gobierno", General Felipe de la Barra








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