La Belle Époque se inició en el año 1871 y se prolongó hasta el estallido de la Primera Guerra Mundial en 1914. Fue una expresión relacionada con un estado de ánimo manifestada en algún momento en la vida de un país. Fue un tiempo de paz en Francia y en el continente europeo. En la llamada Belle Époque París fue el centro del mundo por la realización de la Feria Mundial en 1889, para lo cual fue construida la Tour Eiffel icono mundial de la ciudad luz. El francés era símbolo de refinamiento y distinción. París con sus cafés teatros, ballets, librerías, boulevards y talleres de alta costura fue el centro de la cultura mundial. Hubo varios cambios en el arte de Europa permitiendo a los teatros y cines entrar en la vida privada de las personas. El Modernismo o Art Nouveau fue considerado como el movimiento más popular de esta periodo de la historia. Cuando se habla de la Belle Époque se recuerda el Can-Can, su música y bailarines. Los filósofos abordaron y debatieron la sexualidad. En 1895 comenzó el florecimiento del séptimo arte. El Moulin Rouge estuvo en su pico más alto durante esta época. Pintores, escritores y músicos grabaron su nombre en la Belle Époque.
Mientras tanto, Lima a comienzos del siglo XX, era aún una verdadera gran aldea, cualquier suceso por trivial que fuese o que se saliera de la rutina diaria, provocaba oleadas de sorpresa, admiración y hasta ataques. Algún sonado amorío como el de Augusto Leguía Swayne con la bailarina española "Marinerita"; la exhibición callejera de una mundana francesa como Lily Brown y hasta la instalación del Congreso eran motivo de estupefacción y en ocasiones, un escándalo. Los llamados en ese entonces mentideros -lugar donde los limeños se reunían para conversar, compartir el chismorreo o para alguna práctica periodística- estaban a lo largo de la calle principal, es decir, el jirón de la Unión o en sus inmediaciones como lo era el Jardín de Estrasburgo en el Portal de Escribanos; la cantina y el patio del viejo hotel Maury eran los lugares favoritos de políticos y hacendados; el café Dorado era punto de encuentro de toreros y periodistas; la confitería Broggi y el café Péndola fueron refugio de escritores, estudiantes y empleados de medio pelo. Años más tarde, en 1913, nació el Palais Concert símbolo de la Belle Époque. Sin embargo, el año 1916, fue uno de los más fecundos y brillantes en nuestra historia cultural. Todo cambió muy rápidamente. Ese año se vivía el clímax de la Belle Époque en el país. Sale a la palestra la revista Colónida dirigida por Valdelomar y lo acompañaban "Juan Croniqueur", Alfredo González Prada, Percy Gibson y otros jóvenes escritores; poco antes, Cultura aquella revista donde Manuel González Prada publicó su polémico artículo "Los Viejos" allá por 1915. A la capital llegaron conferencistas, famosas ballerinas; compañías de teatro; es el año de El Mosquito, Lulú, Don Lunes y Mundo Limeño; se difunde el periodismo satírico y el festivo; aparecen los suplementos literarios de La Prensa y El Tiempo y se da el auge de Balnearios. Llega a Lima la famosa pianista Mercedes Padrosa. La gente, gracias al gramófono, podía escuchar la música en su propia casa y montar bicicleta. No faltaron los entretenimientos y los lugares de goce para los que podían pagarlos. Los teatros y cines mantienen sus luces encendidas noche tras noche.
En la ciudad desaparece el alumbrado de gas para dar paso al eléctrico y en las calles se usan para el pavimento adoquines de madera alquitranada que resultaron luego un desastre. En las fiestas de Año Nuevo y 28 de Julio la Municipalidad se vestía con guirnaldas de luces rojo y blancas y el cielo era iluminado por luces voladoras y cohetes que reventaban formando aureolas.
Lima, en 1916, seguía siendo una gran aldea, sometida a lo que ocurría en una sola calle y hasta en una sola cuadra, la de Baquíjano, donde estaban el Palais Concert, La Prensa, el teatro Excélsior y la librería Aurora Literaria. Muchos ricos regresan de Europa huyendo de la guerra. ¡Se vive la Belle Époque! Todo ocurre al mismo tiempo. Por las calles circulan, luciendo con ostentoso lujo, algunas demi-mondaines importadas directamente de Francia por derrochadores "niños góticos" de cintura de avispa y pantalones chupados como un tubo. Cada quien se divierte, ostenta; se aficiona a vicios raros y caros; a fumar opio; a aspirar y apestar a éter; a inyectarse morfina; a desviaciones homosexuales; a escribir sobre temas exóticos. Creció la afición a beber ajenjo y comer espárragos, champiñones y caviar; otros se dedicaban a enamorar coristas recién venidas; a pasear por el centro en coches tirados por caballos o en automóviles tan ruidosos como una locomotora. A jironear sin prisa por Mercaderes, el paseo Colón o echarse un rato en el parque Neptuno a leer alguna poesía. Ciertas huachafitas deslumbradas admiraban el paso de los "genios" hacia el Palais. De Europa se trajeron dulces saudades, pipas de opio, jerigas de inyección. Llegaron algunas damas rubias. Se aficionaron al champagne, la menta y el pernod. Aparecieron los guantes color "patito" además de las polainas y los monóculos bajo una airada ceja. En 1917, causa conmoción la presentación de la ballerina rusa Anna Pavlova y a fines de ese mismo año, llega también a la capital una belleza rubia de ojos claros y contextura atlética nacida en Suiza, Norka Ruskaya, quien junto a los Colónidas, protagonizó un escándalo en el cementerio al bailar cubierta solo con la túnica que utilizaba para sus presentaciones. En las calles se escuchaban los piropos de vivos colores. Para competir con aquellos aristócratas, habiendo nacido provinciano y amulatado, se les tenía que ganar con insolencia y exquisitez como lo hizo Valdelomar, el emblema de la Belle Époque. Sí, Lima aunque era una gran aldea, era en esos momentos como la capital francesa. La Belle Époque o Bella Época se prolongó en nuestro país hasta 1918.
Fuentes:
- Valdelomar y la Belle Époque, Luis Alberto Sánchez
- La Belle Époque
- Valdelomar y la Belle Époque, Luis Alberto Sánchez
- La Belle Époque
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