Valdelomar es para Barranco un antiguo conocido. El conde de Lemos ha vivido y vive enamorado de la armónica belleza de este pueblo que se empeña en ser burgués. Su morada está a la orilla del mar y es poética y linda.
-- ¿Le gusta a usted, sinceramente, Barranco?
-- ¡Sinceramente! He aquí una palabra oportuna. Las gentes dudan de mi sinceridad. ¿Por qué? Si yo no fuese sincero ¿podría ser un artista? Soy sincero y la sinceridad mana de mi corazón serena y sin esfuerzo, como el agua clara brota de la roca en el barranco florecido. ¿Por qué me pregunta si soy sincero? Yo digo lo que siento, amo lo que es bello, y realizo mi arte, lo mismo que canta el jilguero y florece el jacarandá y el sol alumbra. Me gusta tanto Barranco que su nombre me disgusta. Este gentil recodo de la naturaleza, debería llamarse Jericó por sus flores; Samos por su belleza serena, honda y jovial; Sorrento por su tapialerías donde las vides trepan ....
-- ¿Escribe usted algo?
-- Versos, versos. Versos. Lindos versos.
-- ¿Cuál es su autor favorito?
-- Depende de las estaciones. En invierno me gustan las misteriosas tragedias de Maeterlinck. En otoño leo a Kempis, porque Kempis es otoñal. En primavera, en los días luminosos que aún no tienen el calor procaz del estilo, me gusta Pitágoras porque es abstracto y diáfano. En verano leo a Rudyard Kipling. ¡Kipling!
-- ¿Ama usted la vida?
-- Sí. La amo pero no estoy enamorado de ella, porque la amo con una gran inquietud. Yo soy un torturado.
El conde de Lemos se queda silencioso. Apoya la cabeza en la diestra donde brilla una piedra oval y verde en el índice.
-- ¿Qué piedra es esa?
-- Esa piedra es un poema de amor, el más intenso de mi vida. La llevo en el índice porque el índice es el dedo más noble. Es el dedo de la voluntad, el que indica, el que ordena, el que señala.
-- ¿Conoce usted a mucha gente en Barranco?
-- Sí, a mucha, pero trato a muy pocos. Conozco a los Lavalle. Los Lavalle tienen un gran talento, sin vuelta de hoja; conozco a Eguren, al genial Eguren; al delicioso Car San Gú. A Colich que me entretiene, me anima. ¡Ah!, también lo conozco a usted. Usted es inteligente ......
-- ¿De nuestros escritores nacionales, ¿a quién admira usted más?
-- A Gonz ... no hablemos de literatura. Me carga el tema. Sí; verdad. Yo me admiro ....
-- ¿Por qué es usted tan preguntador?
-- Son las seis. Vámonos de aquí. Yo no quiero estar aquí. Esto me aburre. Váyase usted un rato. Déjeme solo. Al crepúsculo prefiero estar solo. Pero no se moleste. Yo soy más amigo del crepúsculo que de usted. Véalo qué lindo: sangre, sangre, sangre, nubes, ideas, tristeza, muerte.
Fuente;
"Valdelomar por él mismo", editor Ricardo Silva Santisteban, Fondo Editorial del Congreso de la República, año 2000. Entrevista de Alfredo García Salazar a Abraham Valdelomar en Barranco y publicada en la revista Balnearios #293 del 14 de enero de 1917.
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