Pedro Abraham Valdelomar Pinto nació el 27 de abril de 1888 en Ica, al sur de Lima; "yo soy aldeano -decía- me crié en la aldea junto al mar ....". Su novia, Consuelo Silva Rodríguez, aseguraba que los 27 de abril él exigía su regalo. Valdelomar es el más importante escritor de la época contemporánea del Perú. Sin él, sin su perspicacia, sin su fina sensibilidad no habrían existido ni César Vallejo, ni José Carlos Mariátegui, ni César Falcón, ni Percy Gibson, quizá Alfredo González Prada, en fin, todo lo que se llamó la generación Colónida, aquel grupo de renovadores, desparpajados y que Mariátegui señalaba representaban más un estado de ánimo que un programa. Fue el hombre que determinó el rumbo de todos estos escritores.
"Yo he tratado de sacar a los escritores peruanos de la cocina y los he llevado al salón"
"¿Pero, le gusta Barranco?
- ¡Me gusta! Aquí pasé los días tristes de mi primera juventud, obscura y pobre. Pero el alma del pueblo recién me llega a mi (...) Me gusta el rincón azul de los jacarandás; las avenidas sobre el mar, las noches de luna sin la profanación del voltio y del amperio; sus calles arboladas sin la insultante velocidad del caballo de fuerza; la gruta cándida de la Virgen, la palmera que se abanica en el parque ...... Me gusta el almuerzo en los baños; mi casa sobre el mar; las azules campánulas que tejen su espesa malla en los barrancos; los encañados que medran entre las abras; la inefable canción del mar; la gracia original del señor Colich, el cielo, el mar, los árboles ......."
¡Qué lindo continúe ........!
No. No quiero hablar. Hoy estoy inteligente: hoy quiero escribir. ¡Qué cosas tan nobles podrían escribirse bajo la paz lila de estos jacarandás!"
"¿A qué ha venido usted a Barranco?
- A lavar mi espíritu en la diafanidad del cielo y a perfumarlo luego con el perfume de los campos (...) aquí en esta encantadora y paradisíaca villa, ennoblecida con los versos de tantos poetas y la música de tantos prosadores, aquí donde resuena siempre, aunque lejana, la lira multicolor de Eguren, yo he sentido rejuvenecer mi alma: he vuelto a ser infantil. La infantibilidad es al hombre como la salida del sol a la naturaleza. ¡Hay del cuitado que no vive y ríe con el sol antes que llegue el crepúsculo!"Era simpático, alegre, vivaz, más bien rollizo que flaco aunque él detestaba a los hombres gordos ¡"Quítenme a ese hombre gordo que me mancha el paisaje, solía decir"! Su voz era aflautada, su mirada desafiante, la imaginación fecunda; el ademán pomposo; morena la tez, a pesar suyo; anchos su tórax y caderas.
Se vestía de una manera particular, sus cuellos abiertos -el cuello Valdelomar, decían- y sin corbata. Se paseó con una magnolia en el ojal. No pasaba desapercibido y no quería pasar desapercibido. Al pasar por el famoso Jirón de la Unión la gente volteaba para mirarlo. Usaba enormes quevedos, escarpines y levita; la imaginación fecunda y fresca. Valdelomar era diestro, un orfebre de la palabra escrita, eso es indiscutible -señala Federico More- cada vocablo empleado por él, cada frase, cada construcción gramatical eran partes de una obra de arte. Además, era también un orador, ¡era un maestro! La gente pagaba por escucharlo. Estaba seguro que iba a ocupar un lugar muy importante en la literatura. Así fue. Es por eso que se entregaba en cuerpo y alma a todo lo que hacía. Él fue el primer escritor que va en búsqueda de una identidad nacional. En su literatura se pueden vivir las costumbres, sentir los olores y los sabores ....
"Soy orgulloso y soy rebelde porque soy sincero y soy libre. En el Perú los que no son rebeldes tienen que conformarse con ser esclavos; los que no son orgullosos tienen que resignarse a ser despreciados".
Provocador con la sociedad limeña de ese entonces que menospreciaba a los artistas; escandalizó a la gente pacata de Lima con sus alardes de admiración a sí mismo, con sus gestos de gran señor, con sus ademanes de snob y de dandy. Fue así como se besó las manos en señal de admiración: "a ti bendita, que escribes cosas tan maravillosas".
Valdelomar y la política
Valdelomar tenia una vehemente y persistente atracción por la política. En 1912, a los veinticuatro años, fue un activo propagandista en la candidatura de Guillermo Billinghurst, "Pan Grande", un hombre recio, combativo, muy patriota y también muy ligado al pueblo. Valdelomar quiso convertirse en la voz del candidato; aparecían juntos en manifestaciones políticas, en calles y plazas públicas Valdelomar pronunciaba hermosos discursos que despertaban un entusiasmo desbordante a favor de Billinghurst. Organiza -junto a Alfredo González Prada- a los jóvenes para la campaña, por cierto, una campaña bastante violenta; en ella se muestra a Valdelomar como un líder callejero, junto a Billinghurst, hicieron barricadas para enfrentar a las tropas de los "huayruros" (una especie de guardia republicana que disolvía manifestaciones). La campaña estuvo llena de enfrentamientos en las calles entre los billighuristas y los representantes de la oligarquía representada por el civilista Ántero Aspíllaga. Valdelomar sale a las calles con pistola en mano: "yo mismo, que me creía un apacible he ido con la mayor sangre fría, revólver en mano, a atacar a la Junta Electoral capitaneando a unos setecientos hombres del pueblo".
Y luego, cuando Guillermo Billinghurst llegó a la presidencia de la república en 1912, Valdelomar fue su secretario personal, fue director del diario El Peruano y posteriormente, representante de la Legación del Perú en Italia cy la muerte lo sorprendió como representante por Ica ante el Congreso Regional convocado por el presidente Augusto B. Leguía en 1919.
"Quise después, desengañado, derrochar mi vida y vivirla de prisa y me entregué a todos los placeres, como un jugador ebrio que dispusiera de enormes caudales y los jugara rápidamente para agotarlos más pronto. Creí en la vida y odié la vida; creí en el amor y odié el amor; creí en la ciencia y odié a la ciencia; creí en la muerte y odié la muerte".
¡El Perú es Lima, Lima es el Jirón de la Unión, el Jirón de la Unión es el Palais Concert, el Palais Concert soy yo!
Luis Alberto Sánchez cuenta que allí, en el Palais Concert, se reunían por las mañanas los de más apretado talle y mayor solvencia económica, los aficionados a los usos de los literatos, los adictos a las drogas y hasta algún sospechoso de homosexualismo; los alcohólicos, los sencillamente bohemios y amantes de la vida. Por la tarde, cuando caía el crepúsculo, el grupo volvía; en el ambiente del Palais se podía escuchar el bullicio a la vez que la música de las Damas Vienesas; se podía sentir el aroma del café de Chanchamayo, del jengibre, de la vainilla, el chocolate y la canela; además, disfrutar del sabor de los confites. Ya por la noche, se encendían las luces que hacían brillar los espejos. De pronto, una voz se escucha: ¡Ahí están, ahí está Valdelomar y sus amigos! Falcón, Mariátegui, González Prada, Ulloa, Abril de Vivero .... Un gin, un vino, un pisco, un champagne, una copa, un brindis, el humo del tabaco. Se inician las ironías, las tomaduras de pelo, la crítica a la crónica periodística, las risas, la burla al adversario, infaltables las discusiones políticas .........
Caricaturista, cronista, periodista, escritor: El Caballero Carmelo; Hebaristo, el sauce que murió de amor; La Mariscala, La ciudad de los Tísicos, Belmonte el trágico, El hipocampo de Oro, Los hijos del Sol, El beso de Evans, El vuelo de los cóndores, Los ojos de Judas, Crónicas de Roma, Recuerdos de Italia .....
El fino, elegante y genial escritor murió un 3 de noviembre de 1919, temprano, a los treinta y ún años. No voy a escribir los detalles de lo que sucedió porque no me gusta, me da demasiada tristeza .......
¿Pero qué me pasa? ¿Estoy llorando? ¿Por qué se me aprieta el pecho? ¡Ah, detestable pizarra de La Prensa!
Abraham Valdelomar ha muerto.
El hombre bueno e incomprendido; el niño engreído, con noble y suave engreimiento; el mozo luchador, el efebo discuto del arte; el vencedor de la muerte y el olvido. Abraham Valdelomar ha muerto; el cuentista más autóctono de América; el nombre más sonoro de la última década de la literatura peruana.
César Vallejo
El hombre bueno e incomprendido; el niño engreído, con noble y suave engreimiento; el mozo luchador, el efebo discuto del arte; el vencedor de la muerte y el olvido. Abraham Valdelomar ha muerto; el cuentista más autóctono de América; el nombre más sonoro de la última década de la literatura peruana.
César Vallejo
Fuentes:
- Historia de la República del Perú, Jorge Basadre
- Federico More Un Maestro del Periodismo Peruano/Estudio preliminar/ Omar Gonzáles
- Blog de Marco Gamarra Galindo
- Abraham Valdelomar Obras Esenciales/Gobierno Regional de Ica/Biblioteca Abraham Valdelomar
- Historia de la República del Perú, Jorge Basadre
- Federico More Un Maestro del Periodismo Peruano/Estudio preliminar/ Omar Gonzáles
- Blog de Marco Gamarra Galindo
- Abraham Valdelomar Obras Esenciales/Gobierno Regional de Ica/Biblioteca Abraham Valdelomar
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