"Ayer el Conde de Lemos estaba hondamente preocupado .... Dialogábamos sin decirnos una palabra -forma corriente de dialogar entre seres como el Conde de Lemos y nosotros- junto a la fuente de Neptuno".
Juan Croniqueur
Cuando se construyó el Paseo Colón, allá por 1898, se separó el Parque de la Exposición y este pequeño rincón lleno de encanto. Pasaron los años y en 1910, el gran paseo de los escritores y artistas iba desde el Paseo de los Descalzos hasta el Parque de la Exposición. En esas épocas se vivía en un ambiente de contagiosa frivolidad y a la vez de angustia. Por ese entonces, los bohemios se apoderaron del Parque Neptuno, lo que hoy se conoce como el Parque de los Museos. Uno de ellos lo llamó el "Rincón de los Garifos". En las tardes y bajo el cielo gris y la fina garúa de Lima, Valdelomar, acompañado por José Carlos Mariátegui y Alfredo González Prada, buscaban sensaciones fuertes además de otro tipo de emociones. Era la búsqueda de los paraísos artificiales con paseos a pie desde el Palais Concert hasta el Paseo Colón o hasta el vecino Parque Neptuno.
Al terminar la calle Juan Simón (cuadra diez del Jirón de la Unión), se abría un amplio y poético parque, un parque con los perfiles del Parc Monceau de París. En la época colonial existió allí una de las Portadas que daba acceso a la ciudad de Lima, la que da el nombre de la calle. Años más tarde, en 1915, como Juan Simón era una calle bastante alejada, casi al extremo de la ciudad, se habían refugiado allí algunas prostitutas de distinto precio y pelaje. El parque de Lima ocupaba apenas una manzana. Lo cruzaban senderos de tierra apisonada; sobre él caían las hojas secas y las negras orugas. Coposos ficus se levantaban de trecho en trecho, ellos señalaban el camino hasta la fuente de bronce que tenía en el centro a Neptuno con sus largas barbas verdosas, un tridente filudo y un cierto aire profético.
"En la fuente de Neptuno los surtidores se envanecían de que el Conde de Lemos les contemplace.
De pronto nuestro amigo nos habló otra vez:
- ¿Nunca os habéis enamorado de una mujer que no conocíais?
- Nunca.
- Yo sí. Estáis vulgares.
Callamos. Después de unos minutos nos retiramos."
El parque tenía cada cierto trecho una banca de mármol, allí, bajo la sombra de los ficus, se sentaban los estudiantes en búsqueda de paz y aire puro. En las tardes el panorama era muy diferente, algunos desocupados y ociosos sin dinero, a los que se les llamaban "garifos", se adueñaban del parque. Al llegar el otoño, los senderos se veían tapizados de hojas secas, hojas amarillentas, algunas con tonos casi naranjas y doradas; hojas que los caminantes al pisarlas hacían que se escuchara como un pan recién salido del horno. No faltaban las parejas de enamorados que, en verdad, preferían el aristocrático Paseo Colón. A Valdelomar le gustaba acudir al parque Neptuno al caer la tarde, a la hora del crepúsculo. Solía estar con amigos y discípulos. Leían "Jardines Lejanos" de Juan Ramón Jiménez. Un libro lleno de romances, serenatas, rosas blancas, pensamientos, malvas y rojos claveles. Discutían, recitaban y reían. Se sentían en libertad y se daban el lujo de olvidar por un momento la rutina diaria.
"Y el Conde de Lemos se marchó paso a paso. La fuente de Neptuno tuvo una sonrisa ......."
Fuentes:
- Valdelomar y la Belle Époque, Luis Alberto Sánchez
- Valdelomar por él mismo, editor Ricardo Silva-Santisteban
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