Andrés Avelino Aramburú Sarrio, gran escritor y periodista, "el periodista del siglo XIX", fue fundador y director del diario La Opinión Nacional, diario que se editó en Lima desde 1873 hasta 1914 y que fue uno de los más importantes a principios del siglo XX, junto a El Comercio y La Prensa. Figura bizarra y galante. Aramburú vestía siempre muy elegante. Siempre con levita, siempre con un ramo de violetas en la solapa y siempre con escarpines. Era muy hablador y muy entretenido; muy ameno pero también, muy agudo. Como orador, ¡ni hablar!, tenía un verbo bastante florido.
La Opinión Nacional era, claramente, opositor al régimen pierolista. En 1896, Aramburú fue llevado a juicio por una información difundida en su diario; juicio que llegó hasta las más altas esferas judiciales, convirtiéndose en un caso sensacional. En una de las audiencias se le dio la oportunidad al periodista de hacer uso de la palabra. Aramburú, siempre con su ramillete de violetas en el ojal, un poco más encorvado, con una barba que empezaba a encanecer y una sonrisa un tanto burlona; empezó su discurso con una curiosa frase. Frase que no solo fue motivo para que el auditorio, en su mayoría compuesto por estudiantes, reventara en aplausos, sino, también, que durante muchos años esas elocuentes palabras, dieron mucho que hablar:
"Vengo como el viajero perdido en el desierto, con las sandalias rotas, lleno de polvo y con las zarzas del camino".
Pero volviendo a sus dotes como periodista; era de entenderse, entonces, del por qué Aramburú fue tan solicitado por todos los aspirantes a literatos y periodistas, allá en los primeros años de la década del diez. Pero había un muchacho que de manera muy especial, lo perseguía mañana tarde y noche. Le preguntaba de todo y donde quiera que fuera. En un principio Aramburú le respondía muy amablemente y con mucha cordialidad. Sin embargo, con el pasar de los días, de tanto acoso, la paciencia del agudo periodista se fue agotando cada vez más y más. Al encontrarse una mañana en la calle Mercaderes -en las afueras de una camisería cuyo dueño era un tal García-, comentando muy amenamente sobre los últimos chismes de la política nacional, llegó de pronto el aspirante. ¡Oh, no! ¡Ya va a empezar nuevamente! Y así fue, a los pocos minutos, qué minutos, a los pocos segundos empezó con una batería de preguntas: ¿Don Avelino, qué hace para tener siempre tan fresco ese ramo de violetas en el ojal? ¿Don Avelino, cómo hace para hablar y escribir tan bien? ¿Don Avelino, y qué hace para tener tanto auditorio y tanta simpatía? ¿Don Ave ........? ¡No puede ser, esto ya me colmó la paciencia, dijo! Oiga mi don Avelino, si usted no fuese lo que es, ¿qué le hubiera gustado ser? ¡Suficiente! Y así, harto como estaba, le respondió al aspirante de manera rotunda: ¡sordo, quisiera ser sordo, para no volver a escuchar tantas preguntas!
Don Andrés falleció en 1916 a los setenta y un años y su hijo, Andrés Aramburú Salinas, fue el director de la revista Mundial.
Fuentes:
- Historia de la República del Perú, Jorge Basadre
- Revista Variedades año 1923
- Historia de la República del Perú, Jorge Basadre
- Revista Variedades año 1923
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