sábado, 5 de mayo de 2018

A JOSÉ CARLOS MARIÁTEGUI

Ayer fue Vallejo y hoy han pasado ochenta y ocho años de la muerte de José Carlos Mariátegui. Decirlo así, de esa manera, parecería que ha pasado mucho más tiempo, que decirlo que fue en 1930. Ambos fueron dos grandes de la pluma. No tengo una anécdota de Mariátegui pero, hace más de cien años, la revista Lulú convocó a un concurso de madrigales. Lulú apareció, junto a otras revistas como El Mosquito y Don Lunes; Rigoletto y Mundo Limeño, en el clímax de la Belle Époque, más o menos por el año dieciséis. La dirigía Carlos Pérez Cánepa, un joven bastante frívolo y un tanto cursi. Esta revista, pues, organizó un concurso. Uno de los participantes fue José Carlos Mariátegui. El jurado lo integraba el que había sido, entre 1903 y 1905, el primer director de La Prensa, Enrique Castro Oyanguren, además de Federico More y Leonidas Yerovi. Pasado un tiempo, el jurado eligió como ganador a Pablo Abril de Vivero, un poeta que tenía muy buen sentido del humor. Siempre, entre una de sus frases, había alguna que daba un motivo para sonreír. Andaba en aquellas épocas por los veintidós años, la misma edad de Mariátegui. Ante este resultado, José Carlos quedó poco conforme y bastante descontento. Esto provocó que se distanciara del escritor y periodista Federico More, con el que lo unía -a pesar de la diferencia de edad, pues More le llevaba como siete u ocho años- una estrecha amistad hasta antes del resultado del concurso.

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Ese mismo año dieciséis, salió a la luz "Las Voces Múltiples"; aquel curioso libro de poemas que surgió de la idea de varios jóvenes literatos que, una de aquellas mañanas, cuando todos estaban reunidos en la pequeña oficina de Alfredo González Prada en La Prensa. Surgió la idea, entre los chistes y las bromas; entre el humo de los cigarrillos y luego, una invitación de Ulloa para ir todos a tomar unos aperitivos en el Palais. Ahí estaban Abraham Valdelomar, Alfredo González Prada, Félix del Valle, Antonio Garland, Hernán Bellido, Alberto Ulloa, el mismo Federico More y el propio Pablo Abril de Vivero. Fueron ocho escritores en total. Para este libro, Mariátegui había enviado algunos poemas. El propio Valdelomar se los solicitó. Sin embargo, Federico More, al que muchos querían ver muerto o por lo menos lejos o en el destierro; no quiso que se publicaran. No quiso porque, según sus palabras, "Mariátegui no pertenecía a esa generación". Pero, pese a todo, pese a la tensa relación y al distanciamiento entre estos dos amigos; ambos escritores dialogaban y polemizaban de manera razonada. Con el pasar de los años, Mariátegui nunca dejó de leer los artículos que More publicaba.
Aunque de manera póstuma, More se reconcilió con Mariátegui. Publicó un artículo muy sentido en el que hablaba de todo aquello que el escritor poseyó: pureza y exactitud; soltura y claridad. Mariátegui fue, según More, "el más serio, el más disciplinado, el más limpio entre los escritores". Más tarde, en abril de 1930, dijo que Mariátegui, junto a Yerovi y Valdelomar, pertenecieron a la generación de los hombres sabios y buenos. Los tres nacieron, vivieron y murieron escritores.

Fuentes:
- Federico More un maestro del periodismo. Estudios preliminares: Osmar Gonzáles
- Valdelomar y la Belle Époque, Luis Alberto Sánchez

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