"Era la cara de Pardo, las barbas del rudo de Piérola, las manos de Prado Ugarteche. Las manos de Pardo no era sino un círculo; una raya horizontal en la parte media daba la medida de la frente y la expresión de los ojos, el bigote era una mancha negra ........"
Desde la guerra del Pacifico hasta fines del siglo XIX, no existieron en realidad caricaturistas como los surgidos en los primeros años del nuevo siglo. "Si algunas veces aparecieron caricaturas, no existían los caricaturistas, aunque resulte paradójico. Y no existían porque no figuraban".
Julio Málaga Grenet había nacido en Arequipa en febrero de 1886. Estudió luego en el colegio de Nuestra Señora de Guadalupe. Años después, trabajó en la Compañía Recaudadora de Impuestos. De repente era un trabajo algo parecido a su ideal, un tanto utópico, ser un cajero de banco. Una de aquellas cálidas tardes, el discípulo de Evaristo San Cristóbal, decide enviar una de sus caricaturas al semanario "Actualidades" que era dirigido, entre otros, por Luis Fernán Cisneros y Andrés A. Aramburú Salinas. La caricatura encantó y, al poco tiempo, la revista, pues, lo contrató. Corría el año 1903. Y Málaga ya captaba los rasgos de los personajes políticos y los que estaban vinculados al ambiente social y cultural. Captaba el gesto, captaba las actitudes y todo lo volcaba sobre una cartulina con divertidas y coloridas pinceladas. Pinceladas llenas de color como el camaleón que para él, era su color preferido. Decía que ese era un color muy nacional. Y si a su paisano, el poeta Alberto Guillén, le habría gustado ser una nube o un pájaro; a Julio Málaga le habría gustado ser -de no haber sido un artista-, pues, cualquier cosa. ¡Ah, pero menos, un sombrero! No quería ser un sombrero porque bien podía caer en la cabeza de un aristócrata ..... ¡y yo, decía, le tengo horror al vacío!
Y así, si una imagen dice mil palabras, el fino humor político de las caricaturas de Málaga en el semanario "Actualidades" expresaban millones. Siempre en las caratulas de este semanario aparecía una caricatura. Si un día era la de Málaga al otro le tocaba a Valdelomar (que firmaba como Val-del-Omar) o, sino, era el turno de Sixto M. Osuna.
"Tú pones los monos y yo escribo las monadas". Así le dijo una tarde de 1905 el poeta, dramaturgo y periodista Leonidas Yerovi. Al mes siguiente, casi a punto de morir ese año, nace el semanario "Monos y Monadas". Y de jueves a jueves, aparecía "Variedades" con sus Chirigotas y la portada, que la mayoría de ellas, eran coloridas caricaturas de Málaga. Un año más tarde funda y dirige "Gil Blas" y "Figaro". Sin embargo, en el año diez "Figaro" sufrió la clausura. Y fue clausurada, en parte, porque apareció una de sus caricaturas que no le gustó al gobierno de turno. Y con su esposa, Victoria Raygada, se fué Málaga. Se fué a Buenos Aires y, como ya era famoso, en la tierra del tango, Fáber, el seudónimo con el que allá firmaba, se desempeñó como director de arte de la revista "Caretas y Caras". Y de Buenos Aires cogió un barco y regresó a Lima. Era el año 1916. Cuando en febrero del año siguiente muere Yerovi, Málaga, con el que había colaborado en varios semanarios; además de José Carlos Mariátegui, Julio Hernández y otros periodistas, se reunieron para organizar un homenaje póstumo para recaudar fondos en beneficio de su familia. Málaga, en ese entonces en "El Perú", donó uno de sus cuadros. "El Perú" fue un diario efímero de propiedad de Isaías de Piérola, bajo la dirección de Málaga y Cisneros. Donó, pues, uno de sus cuadros, "La vendedora de diarios", para que fuera rifado en el evento que se llevaría a cabo en el teatro de moda el Excelsior. Pasan los años y retorna al tango y el bandoneon y a "La Nación" pero, Málaga gustaba de los viajes y de viaje en viaje llega hasta los rascacielos de Nueva York. Ya era mucho más famoso que en la década pasada. Un afiche suyo podía valer hasta dos mil dólares. Llegó el año 1930. Años difíciles para el país. Y Julio Málaga llegó ese año a La Puerta del Sol en Madrid. Pero cansado de Madrid y también de Buenos Aires retorna a Lima.
Lima en los años cuarenta. En las radios se escuchaba música de estilos diferentes. Glenn Miller o Nat King Cole; Maurice Chevalier o Jorge Negrete. Y por "La Crónica", en ese entonces de propiedad de Rafael Larco Herrera, continuaba Málaga dibujando, con esa cualidad única e inimitable de su arte. Acompañado de una humeante taza de café al lado, dibujaba para su espacio "el lápiz de Málaga Grenet". Eran más o menos las épocas en que lo nombran sub-director de la Escuela Nacional de Bellas Artes, la misma de José Sabogal. En el cincuentaiseis, el último año del ochenio de Odría, Málaga tomó provisionalmente la dirección de Bellas Artes tras la renuncia de Germán Suárez Vértiz.
"Iconoclasta, agresivo y feroz, virtuoso del incoformismo, malo de pura bondad y bueno de pura bondad" (Hernán Velarde, escritor y periodista)
En su hermosa casona del jirón Carabaya, Julio Málaga Grenet, "el maestro en Sud América, el más grande del mundo en su género"; muere de un paro cardíaco en enero de 1963. A pocos días de cumplir los setenta y siete años.
Fuentes:
- Revistas Mundial y Variedades
- Diario Correo Arequipa
- Diario El Peruano
- 100 años de periodismo en el Perú (1900-1948), María Mendoza Micholot
- Revistas Mundial y Variedades
- Diario Correo Arequipa
- Diario El Peruano
- 100 años de periodismo en el Perú (1900-1948), María Mendoza Micholot
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