sábado, 14 de octubre de 2017

LA CASA DE PILATOS

Frente a la iglesia de San Francisco, sobre la antigua calle el Milagro (hoy jirón Ancash), hay una casa considerada como una de las más antiguas de Lima, de especial arquitectura, una casa que no se asemeja a otras de las de Lima. Que la casa perteneció a un conquistador, compañero de Pizarro, lo prueba la escalera que está colocada frente a la entrada; pues parece que eso era una prerrogativa acordada por los conquistadores. Esta era una casa misteriosa, una casa que se prestaba para la fantasía; todo el que pasaba delante de ella, sea limeño o extranjero, no dejaba de detenerse para ver con curiosidad el interior. Ricardo Palma cuenta en sus Tradiciones que esta casa era conocida por la Casa de Pilatos. ¿Acaso porque Poncio Pilatos pasó por Lima y compró una propiedad en el Perú?


Esta casa se construyó en 1590, medio siglo después de la fundación de Lima y cuando los jesuitas acababan de llegar al Perú. Quien trazó los planos fue el padre Ruíz del Portillo, superior de esta orden. Ruíz mantenía amistad con un rico mercader español apellidado Esquivel, propietario del terreno. El Monasterio de San Francisco se había terminado de construir en 1546, de la obra habían sobrado unas maderas y ladrillos que Esquivel aprovechó en comprar a un ínfimo precio; el mismo arquitecto que edificaba el colegio máximo de San Pablo, se encargó de construir la casa misteriosa, un edificio sólido, resistente a los temblores, que, ciertamente, no son pocos los que ha resistido. Se decía que en los sótanos existía una ancha galería que comunicaba con el convento de San Pedro donde habitaron los jesuitas. Palma cuenta que ese subterráneo era un lugar que le venia de perilla a los futuros escritores, pues de ahí se podían crear muchas historias de conspiración, de doncellas hasta historias románticas. ¿Pero para qué se hizo ese subterráneo? Ni Palma lo sabia ni tampoco le interesaba saberlo.
Hasta 1635 la casa sirvió de posada para mineros y comerciantes portugueses. Por esa época, la plaza del mercado se situaba en San Francisco y el patio de la casa fue ocupado por los vendedores de frutas.
La casa fue heredada por doña María de Esquivel y Járava, esposa de un general español; muerta ella, la Inquisición, por deudas contraídas y tras tres años de juicio, decidió rematar la casa. Don Diego Esquivel y Járava, de origen cusqueño, no quiso que la casa de su tía abuela pasara a familias extrañas por lo que pagó la deuda de los acreedores. Ya después de la Independencia la casa pasó a otros propietarios.


¿Pero por qué se llama Casa de Pilatos?

Hay dos versiones: la leyenda pueblerina y la histórica. Según la leyenda del pueblo, en agosto de 1635 y cuando la casa estaba arrendada a mineros y comerciantes portugueses, pasó por ella, un viernes por la noche, un joven que había tomado unos tragos de más. El joven al notar que la puerta estaba sin cerrojo, ingresó, al ver luces en los altos y escuchar ruidos de gente, pensó que se trataba de una jarana, subió por la escalera de piedra. Al llegar al segundo piso, caminó por los corredores hasta llegar a una ventana, pudo ver, a través de ella, que se trataba de un gran salón cuyas paredes estaban tapizadas de un género color negro. Notó que bajo un dosel estaba el hombre más acaudalado de la ciudad, el portugués don Manuel Bautista Pérez, y hasta cien compatriotas suyos sentados en unos escaños escuchando en silencio el discurso de Pérez Bautista. Frente al dosel, había un crucifijo en tamaño natural. Cuando terminó de hablar Pérez, todos los asistentes, menos él, fueron por turno levantándose de sus asientos, avanzaban hacia el crucifijo y todos iniciaban a flagelar al Cristo. Pérez - como Pilatos - autorizaba este castigo. El intruso no pudo ver más, se escapó como pudo de la casa y fue con el chisme a la Inquisición que pocas horas después les echó la mano a Pérez Bautista y a los cien judíos portugueses. Al judío Manuel Pérez Bautista le pusieron los católicos el apodo de Pilatos, y la casa quedó bautizada como Casa de Pilatos.
Por el lado histórico, Ricardo Palma cuenta en sus Tradiciones que en la Biblioteca Nacional había un documento original que indicaba que en la calle Milagro existió la sinagoga de los judíos, cuyo rabino era Pérez Bautista. Pérez y diez de sus correligionarios fueron quemados en el auto de fe de 1639, cincuenta portugueses más fueron castigados, todos ellos poseían una gran fortuna.
En el siglo XIX, cuando llegó la Independencia en toda América, fue en esa casa donde funcionó la primera logia masónica preparatoria para la llegada de San Martín.
En el patio principal puede verse una vieja columna de madera que está expuesta como una pieza de museo. Se trata de uno de los soportes más antiguos de la construcción, posiblemente pertenecía a las arquearías originales.
Hoy esta casa es sede del Tribunal Constitucional.

Bibliografía:
- Tradiciones de Ricardo Palma
- Itinerarios de Lima, Héctor Velarde

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