"La catedral es magnífica, el tallado del coro es de un trabajo exquisito. Las pequeñas capillas laterales son encantadoras. Esta iglesia es de piedra y tan sólida que ha resistido los más fuertes temblores. La catedral ocupa todo el lado Este de la gran plaza. Al frente está la municipalidad. Esta plaza es el Palais Royal de Lima".
LIMA, SUS CALLES Y SUS CASAS A INICIOS DE LA REPÚBLICA
Lima no había cambiado desde los últimos días del Virreinato; aún carecía de nuevas calles, avenidas o plazas; sí había una plazuela, la del Teatro mandada a construir recién en 1845. Tampoco habían nuevos edificios ni públicos ni particulares. La población de Lima, allá por el año 1836, no llegaba a los 56 mil habitantes. La gran mayoría de las calles eran largas y anchas y estaban bien delineadas pero no pavimentadas; donde el agua corría, en casi todas ellas, por dos acequias una a cada lado. Sin embargo, habían zonas privilegiadas, sobre todo, las que daban acceso a la Plaza de Armas; la Plazuela de Santo Domingo, San Agustín, San Sebastián, San Francisco, San Pedro y la Inquisición, eran calles que habían sido embellecidas por elegantes balcones de madera desde donde se podía ver sin ser visto, algo así como vestir los trajes de las limeñas. Las casas eran construidas de uno o dos pisos; eran de adobe, ladrillo y madera y estaban pintadas de diversos colores claros: azul, rosa, amarillo o grises. Algunas tenían dos puertas, la principal daba al zaguán y, cerca de ella la de la cochera, estas eran unas puertas altas como para que pudiera ingresar las calesas con los caballos. En muchos casos, del zaguán se pasaba a un espacioso patio con piso empedrado que, por sus cuatro costados, estaba rodeado de habitaciones amuebladas con gran lujo, según el rango y la fortuna de quienes la habitaban. Las ventanas que daban a la calle lucían rejas de hierro, que, a veces, tenían una artística ornamentación. Las azoteas servían de lugar de juego para los niños o para tender la ropa; no faltaban allí las macetas con flores aunque algunas no eran tan sólidas como para este uso. En otras, colocaban persianas o toldos para protegerse del sol.
"No sé de dónde le viene el nombre. Esta ciudad encierra muy hermosos monumentos y una gran cantidad de iglesias y conventos de hombres y mujeres".
La Plaza de Armas tampoco estaba pavimentada; pero en el suelo había una fina arena; en dos de sus lados habían galerías con arcos, a lo largo de ellas estaban las tiendas más hermosas y las más surtidas. El centro de la plaza estaba decorada por una fuente soberbia y todos los días había movimiento, por la mañana se veía a los aguadores, a los militares o las procesiones y por las tardes mucha gente se paseaba por ella. No faltaban los mercaderes ambulantes que vendían helados, frutas, bizcochos, otros eran los bufones que divertían con sus bailes y piruetas. El Palacio de Gobierno, en su interior, era pobre y hasta destartalado, sus ambientes, algunos eran largos y estrechos; estaba mal construido y se encontraba en una mala ubicación. Frente a él había una hilera de feas y pequeñas tiendas llamadas "la ribera". Seguían las tiendas que daban a la calle Palacio, tradicionalmente llamado del "Fierro Viejo" por uno de los artículos que se vendían allí. La entrada principal quedaba en esa calle; la parte de atrás no tenía entrada y parecía una prisión. La municipalidad era un edificio grande pero nada notable; más interesante era la biblioteca ubicada en un hermoso local donde sus salas eran espaciosas y bien cuidadas.
"En Lima todo el mundo oye dos o tres misas; una en la catedral, porque se ve allí a un gran número de lindas mujeres y a los extranjeros que acudían atraídos por aquellas mujeres; otra en San Francisco, porque estos padres distribuyen excelente pan bendito, se oye un magnífico órgano y todos los sacerdotes están ricamente vestidos; la tercera se oye en El Niño de Jesús, a fin de gozar del canto de los numerosos pájaros encerrados en sus jaulas".
A los costados de la Plaza de la Inquisición se abrieron puestos de pescado. Al frente se ubicaban algunas carnicerías. No se vendía carne de puerco, pero sí se exhibían grandes cantidades de aves y los pavos venían de Huacho. En la Plaza de la Inquisición no se vendían flores, el mercado de ellas estaba en la Plaza de Armas, aunque ya estaban en decadencia en relación con tiempos pasados, ya no abundaban los "pucheros de flores" que eran arreglos de flores y hasta de frutas, muy bonitos en su aspecto y aromatizados con "agua rica".
Fuente:
- Historia de la República del Perú de Jorge Basadre
- Peregrinaciones de una Paria de Flora Tristán
- Historia de la República del Perú de Jorge Basadre
- Peregrinaciones de una Paria de Flora Tristán
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